Hermandad de San José

viernes, 30 de mayo de 2014

Texto de la presentación del cartel del Corpus 2014.


Es así, Dios anclado, como quiero tenerte.
Panderito de harina para el recién nacido.
Brisa y materia juntas en expresión exacta,
por amor de la carne que no sabe tu nombre.

Es así, forma breve de rumor inefable,
Dios en mantillas, Cristo diminuto y eterno,
repetido mil veces, muerto, crucificado
por la impura palabra del hombre sudoroso.

Cantaban las mujeres en la arena sin norte,
cuando te vi presente sobre tu Sacramento.
Quinientos serafines de resplandor y tinta
en la cúpula neutra gustaban tu racimo.

¡Oh Forma sacratísima, vértice de las flores,
donde todos los ángulos toman sus luces fijas,
donde número y boca construyen un presente
cuerpo de luz humana con músculos de harina!

Dignísimas autoridades: Ilmo. Sr. Alcalde, Rvda. Madre Superiora de la Compañía de María, Rvdo. Padre Arcipreste de la Ciudad y Presidente de la Comisión Pro-Corpus, Representación de la Corporación Municipal, Autoridades Militares, Sr. Presidente del Consejo, Hermanos Mayores, hermanos y amigos/as todos/as.

          Sencillamente captar vuestra atención, como el profesor en la clase frente a frente sus alumnos/as expectantes (sólo a veces se consigue...) es mi intención al comenzar esta presentación con el lenguaje de la poesía, universal y eterno, versos de García Lorca, expresión del alma andaluza capaz de transmitirnos con magistral facilidad, belleza y religiosidad siempre en su justa medida.

          Y ahora que creo haber conseguido mi objetivo, quiero dirigir vuestra atención hacia el autor de la obra, José Usero Vargas a quien, aparte de expresarle mi publica felicitación por este vocero, también aprovecho para darle las gracias porque, cuando al fin pude ver la pintura en su estudio de la calle Cecilio Pujazón, respiré tranquilo y dije exactamente lo que dicen los niños de la ESO cuando leen las preguntas de los exámenes: "Maestro, esto creo que me lo sé..." porque de lo contrario... Mi amigo Alfonso tendría que haber traído un año más a este atril al Padre Pedro, que siempre en estas cosas va a sacar sobresaliente. Pepe Usero, artista de la Isla que se enorgullece de haber forjado su maestría gracias a todos aquellos que le precedieron en estos quehaceres y que supieron transmitirle el apasionamiento por la magia del conocimiento. Su obra está repartida por distintas colecciones públicas y privadas y, como apunte significativo y cofrade, realizó la hermosísima serie de grabados calcográficos de la Procesión Magna de nuestra Ciudad en 2010.

          "Creo que esto me lo sé..." Me dije al observar la obra de Pepe Usero, porque ese es el Altar que para Dios quiso la Isla hace casi 70 años... El que generaciones y generaciones de isleños han visto pasar ante sus ojos con un Dios anclado, como dice el poeta, para siempre en esta tierra marinera, un Dios ante el que hemos sonreído, nos hemos enfadado, hemos llorado y hasta dudado alguna vez, demasiadas veces...Un Altar de Dios inconfundible, perfectamente identificable y que es obra de D. Alberto Mergenthaler Rosler ejecutada entre 1943 y 1945, años difíciles de nuestra Historia contemporánea y que, como casi todo lo isleño, tiene también orígenes gaditanos, al comenzar su autor a darle forma en un taller de la C/ Benjumeda de la capital para, finalmente, ser trasladado a San Fernando, como no podía ser de otra forma en aquellos años, en un camión de la Marina, siendo aquí rematada la obra definitivamente.

           Las maderas nobles empleadas como material de ejecución predominante, barnizadas y de distintas tonalidades distinguen claramente a la Custodia cañaílla y singulariza este vocero por y para la Isla; la caoba de Europa, la grosella californiana de América, así como el ébano y el marfil africanos, simbolizan cada uno de los continentes, el "non plus ultra" de la nuestra Armada tan ligada a la historia San Fernando y que fue generosa mecenas de esta obra de arte plateresco, estilo elegido por considerarse el más genuinamente hispano, expresión estética de aquella España de los Austrias donde la dimensión universal de su poderío inspiró el decir de que en sus tierras, jamás se ponía el Sol...

          Pero el autor, experto paisajista y maestro en captar la plasticidad, la atmósfera y el ambiente del momento representado, consigue situarnos en la Procesión del Corpus isleño envolviéndola en la luz del atardecer, tarde de Corpus, como manda la tradición y en la frescura de una brisa de poniente que casi podemos sentir acariciarnos fundida con el aroma del tomillo y el romero,  mezclando los tonos azulados y anaranjados tras las que antaño fueron el techo del cielo isleño, las torres de nuestra Iglesia Mayor y aunque este cielo lo hayan superado los pilares y el hormigón, por suerte, el repicar de sus campanas continúa  siendo nuestro más hermoso soniquete, desde La Bazán hasta El Cerro o desde Magallanes al Molino del Zaporito, repicar que está anunciando nuevamente la presencia del Señor en las calles de la Isla. La Isla de ayer y la Isla de hoy, de las flores del magnolio que asomaba desde la trastienda del Bar La Parada y que durante años regalaban a la Parroquia para adornar y perfumar el paso el día del Corpus, al blanco de los claveles y liliums que ahora lo embellecen, realzando a Dios cual "vértice de las flores"; de la Casa de Cimbrelo con su hermosísima y casi única Torre Mirador de San Fernando y que ya casi sólo existe en la memoria gráfica del archivo Quijano, a los modernos edificios de viviendas que, con más error que acierto la mayoría de las veces, escalonan nuestro perfil urbano y ese tramo concreto de la calle Real. La ilusión, la espontaneidad, la autenticidad y la inquietud propia de la juventud de los acólitos que preceden al Santísimo se percibe gracias a la pincelada suelta de los ornamentos litúrgicos y la comunicación entre ellos; la Isla cofrade del futuro, que sostiene la luz sacramental deliberadamente destacada que prende del cirial que es la fe y la esperanza puesta siempre en ellos; "vosotros sois la sal de la vida"... frase evangélica que parece pensada a la medida de esta tierra de esteros y salinas...

          "Dejad que los niños se acerquen a mi, dijo Jesús"

            Desde hace varios años, nuestra Hermandad de San José tiene la responsabilidad y el privilegio del montaje de ese paso de la Custodia para el Señor. Sí, la Custodia no se prepara sola... Permitidme que aproveche este momento para desvelaros un secreto... Eso de la magia de las Hermandades, no existe. La realidad es siempre la constancia de algunos hermanos/as comprometidos que, venciendo el cansancio, con mucho esfuerzo y ganando minutos a un tiempo cada vez más escaso, hacen verdaderos sacrificios para que todo parezca fácil y sencillo a la mayoría, hasta la valiente tarea sacar la rampa y colocarla en la calle.

            Por esto que os decía, los niños de San José, como nos bautizaron hace más de una década y por intercesión del Santo Patrón, estamos más cerca de ti Señor; porque el tiempo demuestra que, lo mismo que el hábito no hace al monje, tampoco una antigüedad protocolaria o un título justifican por sí solos el carisma de una Hermandad de penitencia, de gloria o sacramental; y es que desde el Sagrario sentimos la luz perpétua de tu presencia que se refleja hasta el final de la nave del evangelio como un guiño de amor cuando en las vísperas sacamos ese altar del coro y todo parece estar medido, hasta la cuña ganada al cancel para que el paso haga el giro perfecto y situarlo en la nave central; cuando trasladamos la torre desde la sacristía a la Iglesia para subirla a lo más alto de la bóveda y ubicarla con extremo cuidado rematando el paso, después de limpiar a conciencia y fijar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, los paños de plata, las columnas del primer cuerpo, colocar los arcángeles con sus incensarios y las campanillas que suenan a gloria (hay una que nunca hay manera de colocar... y, para variar, me toca a mi siempre); será al final y como una tradición no escrita, cuando nuestro hermano Juan Guerrero, sobre el paño de encaje impoluto, ancle la maravillosa custodia de plata dorada y pedrería para un Cristo que es verdaderamente "cuerpo de luz humana con músculos de harina"; Cristo Eucaristía, cuya institución en la Sagrada Cena apreciamos en la bandeja plateada que cada año cedemos y colocamos con orgullo en el frontal del paso. A sus pies y en el respiradero, siempre el escudo parroquial de La Mayor, CCL años desde su consagración en este 2014 y que lamentablemente parecen estar pasando casi desapercibidos.

       "Dejad que los niños se acerquen a mi, no se lo impidáis (...)"

         Gracias Señor porque cada mes de junio, tras veinte años de ausencia, con muchísimo sacrificio y desde 2009 aquellos niños de San José, de la mano de nuestro Patrón tenemos el privilegio de abrir la embajada de tu Majestad por las calles de la Isla que esa pintura representa, haciéndonos sentir un poco cerca de ti. Gracias por unir a nuestras intenciones a Jesús Guerrero, Jerónimo Cobacho y al Padre Emilio y al Padre Juan, q.e.p.d, a Ignacio, al Padre Gonzalo, a mis amigos y hermanos Alfonso, Alejandro y Raúl Leiva, José Manuel Aragón, Rafael Rueda, Manuel García Almarcha, Eduardo Albarrán, May, Rosi, Jorge, Alberto... Todos y todas y muchos más, unos ya desde la misma gloria celestial y otros con la gloria misma, estamos en esa obra, viva como Dios mismo y participando de la Solemnidad del Corpus Christi doscientos veinticinco años después de la creación de nuestra Hermandad como durante mucho, mucho tiempo habíamos soñado que debía ser, porque para el Señor no hay nada imposible y porque tan sólo con mirar atrás nos lo recuerda el bálsamo de aguamarina de los ojos de nuestra Patrona, la Virgen del Carmen proclamando eternamente en el Magníficat que "el hace proezas con su brazo, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes".

Muchas gracias.

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