Hermandad de San José

miércoles, 18 de enero de 2012

Los milagros de San José

Retomamos esta sección con un nuevo milagro de nuestro Patriarca Señor San José; en esta ocasión nos centramos en la hermana carmelita Sor Ana de San Agustín, vallisoletana que nació en 1555, gran devota josefina hasta el punto de ser comparada en este aspecto por parte de sus hermanas congregantes a la propia Santa Teresa a la que conoció en vida y con la que fundó varios conventos.Hoy en día tiene el tratamiento canónico de Venerable Sor Ana dado por Pio VII, gran devoto también de San José, en el año 1776.


Tal fue su devoción al Santo de los Santos y a su Bendito Niño, que se le aparecía constantemente, que en el lecho de muerte, el 11 de diciembre de 1624, mientras su corazón era preso de las angustias propias de saber cerca el final de su vida, pudo contemplar junto con las hermanas monjas que la cuidaban como invadía su celda el cortejo celeste que el Señor enviaba a su fiel esposa para acompañarla en el tránsito a la vida eterna. Entre los santos de este divino séquito, figuraban San José y Santa Teresa.


Viendo la moribunda su celda convertida en un cielo no pudo contener su gozo y exclamó por tres veces: ¡Padres mios!¡Padres mios!¡Padres mios! y advirtió a los religiosos que la asistían junto a sus hermanas, que venerasen profundamente a San José y a Santa Teresa que se hallaban presentes para acompañarla al cielo.


Este milagro fue presenciado por numerosos téstigos al que se sumó otra religiosa que moraba en un convento distante al de Sor Ana y que en ese preciso instante se hallaba en oración a fin de que el Señor se dignase a prolongar la vida de la moribunda, vió su alma gloriosa elevarse hacia el cielo en medio de San José, Santa Teresa y un gran número de espíritus bienaventurados.

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