¡Qué temor tan sin medida experimentó tu corazón de Padre, al tener que volver a Nazaret sabiendo que reinaba ahí el cruel Arquelao!
Pero qué alegría sintió tu alma al regresar con Jesús y María a la patria bienamada, con la seguridad dada por el ángel de que a Jesús nada adverso le sucedería.
Por este dolor y gozo te suplicamos nos hagas cautelosos y prudentes en el servicio de Dios y nos alcances un día la dicha de ir al cielo, nuestra verdadera Patria.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
- San José protector nuestro.
- Ruega por nosotros.
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