Hermandad de San José

martes, 12 de abril de 2011

Del pregón de la Semana Santa

Nuestro  hermano Juan José Carrera ofreció el pasado domingo de Pasión un emocionante pregón cargado de sentimientos. El pregonero lucía la insignia de oro de la Esclavitud y ofreció bellos versos a San José recordando la entrega de la medalla de la Ciudad al Patrón y el nombramiento del Nazareno como Regidor Perpetuo.



Enumerar completamente la crónica religiosa del pasado año, sería cansino por mi parte.


No obstante, hay que subrayar dos acontecimientos de carácter civil que sí repercutieron directamente en nuestras devociones. Fueron los Honores y Distinciones concedidos por nuestro Ayuntamiento a Jesús Nazareno y a la Hermandad de San José.


El Bendito Patriarca, la radiante mañana en que La Isla renueva el Voto de 1800, vio cómo su antigua Esclavitud recibía la Medalla de la Ciudad. Concesión por los favores que el santo, a través de sus hermanos, ha prodigado en esta tierra durante dos largos siglos.




Pero José también hubo de alegrarse en junio. El corazón henchido en su pecho, por el sentimiento paterno de quien contempla con orgullo, cómo su Hijo recibe un premio muy esperado. El niño que sostiene en su mano, el vástago que camina en la madrugada del Viernes Santo, era reconocido Regidor Perpetuo de San Fernando.


¡Cómo tenía que ser!
Padre e Hijo laureados:
Patrón, para protegernos;
Regidor, para guiarnos
en la tierra salinera
que por siglos lo ha adorado.

La medalla a sus devotos
por la obra josefina,
ejemplo del artesano
que ennoblece nuestras vidas,
que nos colma con su gozo
y de pesares nos libra.

Perpetuidad nazarena
en colecta de oraciones,
de gozos y de penurias,
de súplica y de emociones
que los isleños, en su altar,
le dejan a borbotones.

Y en el Carmen, ¡qué alegría!,
ya su esposo y su hijo
la igualaron en renombre.
La morenita del Carmen
peinó sus tirabuzones,
vistió sus galas de reina
y sus condecoraciones,
cuando supo, ¡qué alegría!,
que ya la Sagrada Familia
de las altas devociones
tiene el amor de La Isla,
en medalla de oro fino
pagada con oraciones,
y en bastón que perpetúa
en isleños corazones
a la Sagrada Familia

a esta Sagrada Familia.
de La Isla y sus amores.

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