En torno a las 10 y cuarto de la mañana el novedoso cortejo de la Hermandad se iniciaba con las bulas del patronazgo de San José sobre la Isla de León de 1802 escoltada por faroles de estilo antequerano y portados por servidores vestidos de librea cedidos por la parroquia de San Francisco; las bulas llamaron la atención de los isleños que, en mayor número que el año pasado, presenciaban el discurrir de la procesión. Tras las bulas patronales un tramo formado por una docena de hermanos portando cirios antecedían al estandarte corporativo de la Hermandad y a la presidencia donde se integraba el pertiguero portador del Libro de Reglas y la Junta de Gobierno presidida por nuestro Hermano Mayor.
Tras la Junta de Gobierno se situaba el coro-capilla San Pedro Nolasco de Jerez de la Frontera que volvió a demostrar su calidad musical y humana incluyendo en su repertorio la Salve Josefina y otros cantos dedicados a nuestro Patrón; tras el coro jerezano un pequeño grupo de monaguillos infantiles precedía al cuerpo de acólitos y servidores de la Hermandad completado con acólitos del cuerpo de la Hermandad de Medinaceli.
El paso del Patrón lucía esplendoroso con un bello friso de yedra, liliums asalmonados y rosas rojas que se completaba con jarras de claveles rojos aderezados con el simbólico trigo; San José, ataviado con su túnica y capa bordada, lucía la Medalla de la Ciudad y otras joyas como la de los vecinos del barrio colocada en el fajín militar, la S y el clavo, o la presea donada por los hermanos cargadores, entre otras. El Bendito Niño estrenaba en la calle la túnica de tisú blanco y malla bordada en oro anudada por un lazo burdeos y completada con capa de seda albero y bordada en oro con motivos sacramentales; igualmente, lucía dos espigas de trigo realizadas en plata y la miniatura de la Medalla de la Ciudad.
Nuestros hermanos cargadores, que estrenaban uniformidad rojo sacramental, realizaron un esfuerzo considerable como consecuencia del calor dominante pero, en cambio, pasearon magistralmente al Patrón, con un andar valiente, de frente y comprometido con el desarrollo del magno cortejo del Corpus.
Dos momentos especiales se vivieron a lo largo del recorrido, el primero de ellos fue el reencuentro del Patrón con las ancianas del patronato de San José tras el uno de mayo, a las que se les dedicó una levantá; el segundo de ellos, tenía lugar cuando el paso se posaba frente al altar montado por la Hermandad en el atrio de nuestro Ayuntamiento en homenahe al Santísimo y al patronazgo josefino.
San José entraba solemnemente en la Iglesia Mayor en torno a las 12 menos cuarto de la mañana culminando una esplendorosa mañana de Corpus donde Jesús Sacramentado fue acompañado de mayor presencia de público en las calles aunque sin llegar al nivel del que se congregaba por la tarde; el pueblo isleño fue bendecido al paso de la custodia exornada por nuestra Hermandad para mayor gloria de Dios.
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